En China,
hay frases cortas que explican cuentos. Son parecidas a las fábulas occidentales
que tienen una moraleja final. “Han Dan Xue Bu” que literalmente significa
aprender a caminar, nos enseña que si imitas a los otros puedes perder tu
propia identidad.
Hace
2000 años, en el período de los Estados
combatientes, Han Dan era la capital de Zhao un país de la China Antigua.
Había un joven que se llamaba Tao Ling. El adolescente no se preocupaba
por la comida y la ropa, y tenía un talento moderado, pero le faltaba confianza.
Muy a menudo se sentía peor que los otros sin razón: su comida, la ropa y su
postura cuando estaba de pie y estaba sentado eran menos buenas que las de las
otras personas. Le gustaba aprender muchas cosas nuevas. Cuando veía alguna intentaba
aprenderla, pero tan pronto veía otra cosa abandonaba la anterior. Al final
todas las cosas las hacía mal y no sabía qué tenía que cambiar para hacerlas
mejor.
Un día, se encontró a algunas personas riendo. Estaban hablando sobre
la postura que la gente de HanDan tenía al caminar: era verdaderamente hermosa.
Luego, reflexionó sobre esa afirmación y, finalmente, sin decírselo a su
familia, fue a HanDan a aprender a caminar como ellos.
Puente de HanDan donde practicaba las posturas
Una vez llegó a Handan, todo lo que le rodeaba le hacía sentir bien. Cuando
vio a los niños caminar, pensó que su postura era muy bonita y la imitó; cuando
vio a los mayores caminar pensó que su postura era más estable y la imitó; cuando
vio a las mujeres caminar pensó que su
postura era muy bella y la imitó. De esta manera, después de medio mes, no pudo
caminar: se había olvidado de tanto tratar de imitar las posturas de los demás. Además,
no tenía dinero para volver en un transporte, y volvió a casa arrastrándose por
el suelo.
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