En la
dinastía Han del oeste había un niño procedente de la región rural que se llamaba
Kuāng Héng. Cuando era pequeño quería ir a la escuela, pero su familia era
pobre y no podía asumir los gastos. Un pariente suyo le enseñaba a leer y
escribir, así que podía leer un poquito.
Kuāng
Héng no tenía dinero para comprar los libros, por eso sólo podía pedir
prestados libros de otra gente. En esa época los libros eran muy caros, la
gente que tenía libros no podía prestarlos a otra gente fácilmente. En la
temporada de cosecha Kuāng Héng trabajaba para las familias ricas no por
dinero, sólo para pedir prestados los libros.
Al cabo
de unos años, Kuāng Héng se hizo mayor y se convirtió en el trabajador
principal de la familia. Tenía que trabajar durante el día, no había tiempo
para leer. Sólo había un poco de tiempo para leer libros antes de la puesta de
sol. Necesitaba varios días para terminar un libro. Quería leer los libros
durante la noche, pero no tenía dinero para comprar lámparas de aceite.
Un día,
se tumbó en la cama y pensó cómo leer los libros durante la noche. De pronto, vio
un rayo de luz que salía de la pared hacia fuera. Resultó que eran las luces
del vecino. Se puso muy contento de descubrir la grieta de la pared. Cogió un
cuchillo y amplió la grieta para tener más luz. De este modo, pudo utilizar el
rayo de luz para leer.
Al
final, se convirtió en un hombre muy culto.
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