viernes, 11 de marzo de 2016

Pequeña historía sobre el té

En la dinastía Qing, al emperador Qian Long le gustaba beber el té y también le gustaba viajar. Cando viajaba a algún lugar, ocultaba su identidad de emperador.

Un día, Qian Long viajaba a Jiangnan, él y su séquito entraron en una casa del té para descansar. Un camarero puso una taza sobre la mesa, luego dio unos pasos atrás, cogió un hervidor de agua y vertió el agua en la taza. El agua, como una línea fina, entró en la taza sin derramar una gota.


Qian Long tenía curiosidad y cogió el hervidor de agua y vertió el agua en la taza de su séquito. En la antigua China, la gente tenía que arrodillarse y tocar el suelo con la frente para agradecer al emperador.
 

El séquito quiso dar las gracias a Qian Long, pero no pudo arrodillarse para no desvelar la identidad del rey. Entonces, las personas del séquito doblaron dos dedos de la mano y dieron tres golpecitos en la mesa. Luego Qian Long les preguntó: ¿Por qué hacéis esto? El séquito contestó: "No podemos arrodillarnos, por eso sustituimos las piernas por  dos dedos de las manos para arrodillarnos y agradecerle".



Posteriormente, esta acción se difundió por toda China hasta la actualidad. Si alguien te sirve un té, y a veces alcohol, puedes agradecérselo con este gesto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario